He de reconocer que no soy un
entusiasta de la IA, al menos en su desarrollo actual, pues no deja de ser un
programa informático basado en una serie de algoritmos que aplicados de manera
burda se convierte simplemente en “Idiotez Artificial”.
Y se me ocurren varios ejemplos:
- Si por casualidad me detengo unos
segundos contemplando la foto de un gato en una red social, la IA aplicada al
sistema me satura automáticamente con infinidad de fotos de gatos haciendo
bobadas. Así que le doy mi enhorabuena a mi querida y admirada Idiotez
Artificial, pues anulando la curiosidad de los usuarios de su propia red va a
contribuir sin pretenderlo al fin del negocio que la sostiene.
- Si por algún estúpido motivo no
se quiere identificar el contenido que se produce mediante IA, anulando así la
capacidad de distinguir lo real de lo ficticio, pues entonces que tampoco se
preocupe nadie, pues mi querida y admirada Idiotez Artificial ya se irá
encargando de cerrar los medios de comunicación que no aportan nada al
espectador y que simplemente lo confunden.
Y si el objetivo de la IA es que
en conjunto seamos todos universalmente imbéciles, pues que tampoco se preocupe
nadie, con el nivel tecnológico que hemos alcanzado en el planeta tenemos
garantizado que la Idiotez Artificial contribuya a que todo salte por el aire el
día menos pensado.
Por todo esto, y sin pretender
asustar a nadie, me vuelvo a mi retiro espiritual, pero no sin antes hacerle una
recomendación a nuestro presidente Pedro Sánchez para estos días de reflexión:
- No seas idiota y no dimitas, no
alientes las mamarrachadas de un juez que admite a trámite recortes de prensa
que no tienen ningún sentido, porque sin pretenderlo estarás contribuyendo a la
Idiotez más Absoluta de todo un país.